miércoles, 29 de octubre de 2014

JUAN VALDANO Y SU NOVELA HISTÓRICA "MIENTRAS LLEGA EL DÍA" (1990) *

´                                                       María Isabel Hayek
                                                       Colegio Alemán, Quito

Juan Valdano ha retratado (en Mientras llega el día) la vida en la Audiencia de Quito, a finales del siglo XVIII y principios del XIX. A lo largo de toda la obra, el escenario fundamental en el que tiene lugar la acción es la ciudad de Quito en toda su magnitud. Todos los movimientos de los personajes ocurren en un ambiente que recrea la vida cotidiana del Quito colonial, de la que el autor no ha olvidado  ningún detalle. Calles y barrios –San Roque, San Marcos-; conventos e iglesias –San Francisco, La Compañía-; las principales plazas –la plaza grande, San Francisco-; la biblioteca municipal y la universidad de San Gregorio; el Cuartel Real de Lima; las fonda; los talleres; las viviendas de mestizos, criollos y nobles españoles; las quebradas y los alrededores o afueras –Guápulo, el Pichincha y el valle de los Chillos, por ejemplo- albergan y esconden a Pedro Matías Ampudia y a los rebeldes que los acompañan mientras los soldados y las autoridades españolas los persiguen. 

Así mismo, el tiempo de las acciones está concebido e tal modo que el presente de la acción –el 2 de agosto de 1810 y los pocos días precedentes- alterne con el pasado que dio origen a la insurrección, que retoma el famoso “primer grito” del 10 de agosto de 1809 y toda la etapa colonial en la Real Audiencia de Quito. En rigor se produce una constante alternancia entre tres tiempos diferentes si se considera la perspectiva histórica del novelista y los lectores contemporáneos, herederos de esa Historia, latente en todos los ámbitos de la organización social, de la vida cultural,  en la arquitectura y en el trazado urbano del Quito colonial.

La lógica de la relación espacio-tiempo que se impone en Mientras llega el día  es la de la insurgencia, la de un corte en la historia, la de la necesidad de ruptura y transformación. De acuerdo con la teoría del cronotopo de Bajtín, la relación entre tiempo y espacio no solo es indisoluble sino que tiene sentido en la medida en que organiza los principales hechos argumentales. Todo apunta a la ruptura del orden, a la protesta; es decir, se narra la organización clandestina de una rebelión y la correspondiente resistencia por parte de quienes se oponen a ella de ahí que, de principio a fin, los personajes permanecen divididos en dos frentes; los que huyen y se esconden porque pretender subvertir el orden imperante y los que persiguen y encarcelan para mantener el estado de cosas y reprimir la rebeldía. Los que actúan movidos por el bien común a pesar de sus complejos e inseguridades frente a los que sucumben ante la mezquindad y el arribismo. La meta es la asunción de una identidad múltiple al amparo de la justicia.    

Libertad frente a injusticia y opresión, pero libertad con identidad, podrían ser los términos que ilustren el principal enunciado de la novela. L título de la novela lo resume todo: Mientras llega el día. En él Valdano ha conjugado muy bien la tensión del momento, es decir, la coyuntura correspondiente a la rebelión popular que se prepara y que dota del sentido de inminencia a la historia relatada y, al mismo tiempo, la recuperación de la que vendría a ser la otra cara de la realidad histórica, es decir, el proceso, la historia precedente que acarrea un conjunto de situaciones y hechos sociales y políticos que explican la insurrección popular
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Según el historiador Hyden White (1), tanto la historia como la literatura deben ser escritas y leídas como elaboraciones discursivas en las que aparecen recurrentemente cuatro tropos: la metáfora, la metonimia, la sinécdoque y la ironía. En este contexto, cabe mencionar la simbología que adquieren en Mientras llega el día tanto la piedra como la fachada de La Compañía, que se convierten en metáfora y sinécdoque, respectivamente, y que reflejan una de las ideas de Valdano: la de la perdurabilidad y la maleabilidad de un material genuino, pesado y duro  como la piedra, que sostiene la ciudad y la adorna; piedra convertida  en sinuosas columnas que en la fachada del templo de los jesuitas encubre y revela la expresión más palpable de la Historia de la población quiteña: su mestizaje. Y en relación con ese fenómeno social, cultural e histórico se puede leer también el título de la novela desde el momento actual: mientras llegue el día en que en el Ecuador asuma su identidad mestiza. Este es, desde mi punto de vista, el eje semántico alrededor del cual Valdano ha retomado el episodio del 2 de agosto de 1810.

El autor ha creado la figura de Pedro Matías Ampudia para encarnar en él el drama histórico social que supusieron las gestas libertarias y, en ese sentido, este protagonista persigue el ideal de libertad que animó a los próceres a luchar contra España para conseguir la independencia y luego construir sus Estados nacionales. La preocupación por lo nacional que anima tanto al personaje principal de Mientras llega el día como al autor, no es sola la de la emancipación política, sino la de la cohesión social en torno a la figura del mestizo. Y este último rasgo es el que da a la obra de Valdano un tinte realista: por el énfasis puesto en la problemática social y no solo en el ideal del protagonista. Como dice Jean Franco, el realismo evidencia “todas las tentativas de pintar el mundo y la sociedad exteriores con verosimilitud”. (2) Mientras llega el día comparte rasgos románticos y realistas. Pedro Matías Ampudia no representa únicamente al héroe de la novela que lucha por un ideal libertario, sino que adquiere tintes realistas porque guarda la eterna pugna de sus ancestros en su interior; se ha formado bajo los principios de la Ilustración y establece relaciones con criollos, indios, curas y mestizos, lo que lo ubica en el centro del conflicto sociocultural que subyace en la lucha contra las autoridades de la Real Audiencia. De este modo Valdano incorpora su tesis de que el problema histórico esencial para este país radica, aún hoy, en la asunción de la propia identidad. Esto responde a la

voluntad de establecer un puente constante entre la actualidad entre la que los textos se escriben y el pasado al que evocan… Intención testimonial que debe reflejar una conciencia aguda de la temporalidad y de su transcurso, una comprensión no solo de la época que se describe sino como influye ese período en el presente en el que están situados el autor y el lector. (3)

        La insistencia en el tema de la identidad a través de las palabras de Espejo y de los conflictos concienciales de Ampudia y de los otros personajes, refleja esta preocupación del novelista que atraviesa buena parte de su producción ensayística y ficcional. Además, con el afán de no ofrecer una visión simplista y reductora de este momento histórico, y de no ceñirse únicamente a los acontecimientos de orden político, Valdano penetra en la cotidianidad de los quiteños: hay lugar para el amor, para las reflexiones sobre la identidad y el mestizaje; para referir las prácticas  de una alcahueta que a su vez hace de curandera; para destapar las inmoralidades de ciertos curas, entre otros muchos eventos. Como se ve, la novela se abre al ámbito de lo local y cotidiano, al terreno de las costumbres y tradiciones; no descuida tampoco la problemática social y cultural; es, en este sentido, una clara fusión romántico-realista.

        El acercamiento al lado humano de los personajes históricos y de la población quiteña de entonces, a través de lo anecdótico y de la invención de episodios llenos de intriga en los que afloran las envidias, los resentimientos, las traiciones y las pasiones, muestran hábilmente, desde el ámbito de la novela, la corrupción, el abuso de autoridad, la inoperancia y decadencia del entonces Presidente de la Audiencia, reconocidas por la Historia oficial, y muestran también, con un espíritu fiel al romanticismo decimonónioco, el afán libertario que reinaba en el mundo a raíz de la Revolución Francesa y que caló en las conciencias de los  quiteños a través de las lecturas de los viajes de los criollos y mestizos ilustrados.

        Mientras el narrador traduce lo que piensan y sienten Ampudia y los demás personajes, inserta en su discurso la voz de varios sectores sociales, figuras e instituciones importantes (las autoridades civiles y militares de la Real Audiencia, la ciencia, la Iglesia, el arte, los indios, los mestizos) y así ofrece un panorama sociocultural y político de la época. Por otra parte, la presencia de extensos monólogos en los que algunos personajes, incluido el principal, reflexionan y se confrontan con su rol social y cultural, busca ampliar el discurso y hacerlo polifónico…

        El drama social que involucra a jefes militares, soldados, mestizos, indios, prostitutas, criollos, autoridades españolas, artistas, masones y pensadores como Espejo, parecería condensarse en la conciencia heroica de Ampudia, quien pugna por saber quién es y por asumir su mestizaje, anque para ello tenga que ofrendar su vida. Es el héroe idealista por antonomasia…

        El fenómeno de la bifocalidad señalado por Bajtin, presente en varias intervenciones de los personajes y del narrador omnisciente, refuerza la concepción de Valdano de que los vicios y las tinieblas que han envuelto “secularmente” a los quiteños –léase ecuatorianos- podrían superarse solo cuando se erradique la prisión de la indignidad. En algún momento también Pedro Matías había dicho  que era necesario expulsar  la Colonia de las propias almas. Esto contradice, en alguna medida, la imagen de rebeldía y de descontento popular que se ha transmitido a lo largo de la  novela, y que se resuelve demasiado fácilmente con la  argumentación final de Judiht y del autor: “Yo píenso como él: hay que exorcizar los demonios  que surgen de las sombras del pasado. La historia verdadera de estas tierras y su gente aún no ha sido escrita. Es necesario que alguien la escriba para archivarla definitivamente y liberarnos de ella”. Estas palabras , doblemente metafóricas, hablan de la escritura de la verdadera historia como una práctica, una lucha que lleve a un corte definitivo y a un cambio radical capaz de instaurar un nuevo orden social, exorcizando y venciendo  la iniquidad y la sumisión; y, por otro lado, aluden a una trampa insalvable de la Historia y de su escritura, y es que aquello que pretende ser un acontecimiento  revolucionario, un salto ruptural que sepulte “el pasado”, es, a su vez, inevitable registro y memoria para la posteridad. Los lectores contemporáneos sabemos, además, que la luz que anunciaba el fin de la larga noche no fue lo suficientemente poderosa para sepultar definitivamente las sombras del pasado colonial en el proceso de constitución de la conciencia nacional, entendida ésta como la articulación de un conjunto de valores que giran alrededor del sentimiento patriótico, la unidad nacional, la identidad, desde una  perspectiva ideológica de corte liberal.

        Por las características que distinguen a Mientras llega el día, se puede ver que Valdano ha seguido los rasgos distintivos de la novela histórica que plantea George Lukács y que se resumen fundamentalmente en los siguientes: no moldear como personajes de ficción a los protagonistas reales de los sucesos políticos, ya que éstos deben aparecer como decorados de fondo y pasar subrepticiamente sin monopolizar la atención; convertir los sucesos históricos en eventos ficcionales o hacer que predomine la “trama” ficcional sobre los hechos registrados por los historiadores como históricos: los eventos históricos que se narren o que sirvan de marco a la novela deben haber ocurrido no menos de cincuenta años antes de su escritura; no es importante si los detalles  o los hechos individuales son históricamente correctos o no, pero sí se debe conservar la esencia interna de los hechos históricos representados, aunque  se usen formas de expresión vigentes en la época de la escritura de la novela.

        Por otro lado, la postura de Juan Valdano frente a los hechos históricos recogidos en Mientras llega el día no evidencia una lectura distinta a la difundida  por la historiografía oficial. Ya sea entre líneas o explícitamente, la matanza del 2 de agosto aparece según el enfoque historiográfico tradicional con pocas distorciones. Aparte del papel que todos atribuyen a Eugenio Espejo en el fortalecimiento de la conciencia  independentista y que, como ya se dijo, está recogido en profundidad en la obra, se alude al espíritu emancipador que había caracterizado a los quiteños y a toda la población que actualmente constituye el Ecuador; se presentan los abusos y atropellos de los chapetones y el creciente interés de los criollos que reclaman su derecho a gobernarse por sí mismos; la incidencia de acontecimientos como la Revolución Francesa, entre  los más importantes.

        La figura de Espejo es nuclear en la novela de Valdano. Es una especie d alter-ego de Pedro Matias Ampudia porque prácticamente todos los rasgos que definen y caracterizan a este personaje son los que corresponden al mestizo llamado Eugenio Espejo…
 
        Si bien el médico y periodista quiteño constituye un refrente fundamental en la novela de Valdano, no es él el centro de la acción; se convierte en la sombra tutelar de Ampudia… Pocas son las modificaciones a la biogafía de Espejo que hace el autor de Mientras lega el día a través de Pedro Matías Ampudia. En rigor, este personaje es el continuador  de la labor de Espejo, es su eco. Espejo es un símbolo del que emana una  conciencia social: es el núcleo del que brotan y en el que convergen una serie de circunstancias que ilustran la problemática de su tiempo. En la novela, Espejo es el representante del mestizo ecuatoriano, ese ser atormentado que no goza de la aceptación abierta y decidida de los sectores pudientes por tener un origen humilde y sangre india en sus venas. Es el heredero del apellido Espejo que adoptó su padre al cambiar su originario apellido Chuzig; es el hombre ilustrado, inquieto investigador, precursor en materia política, cultural y periodística en la Audiencia de Quito; el médico y bibliotecario capaz de responder a la altura  de los conocimientos de los jesuitas  y de los avances de la cambiante  ciencia del siglo XVIII.

      Valdano ha querido novelar un acontecimiento social y político trascendental; Mientra llega el día se ocupa de un hecho de interés colectivo, relata la gesta del pueblo quiteño en un momento decisivo de la Historia. Sin embargo, el personaje Pedro Matías  Ampudia navega entre dos aguas, las del romanticismo y las del realismo. Comparte los rasgos del héroe de la novela romántica porque trasciende el mundo que lo rodea y alcanza una doble victoria que lo libera: ha descubierto los secretos sobre su ser y ha sembrado una semilla de libertad. Pero es, a su vez, el clásico prototipo de la novela realista porque él encarna al mestizo: en él se condensa la problemática social y la lucha política de su pueblo, es el símbolo de una búsqueda, el que representa a la masa oprimida.

        Desde una determinada concepción de la ficción histórica, se busca inventar lo anecdótico, la trama novelesca, mas no los hechos históricos en sí mismos. Valdano encuentra en el personaje de Ampudia una posibilidad mayor para la distorsión o invención de la anécdota, que en el personaje de Eugenio Espejo, porque no busca inventar o crear una desafiante versión acerca del insigne médico quíteño ni de la bullente atmósfera de la Audiencia de Quito a fines de la época colonial, sino que pretende, ante todo, una recreación verosímil de lo ocurrido  con la población quiteña; es decir, no ir más allá de lo que la historiografía ha planteado hasta ahora en torno a esa figura  y ese tiempo

La novela de Juan Valdano forma parte de la vasta y variada gama de novelas que ficcionalizan la Historia o que tienen como telón de fondo una época  o un acontecimiento histórico. Como parte del subgénero de la  “novela histórica” en las últimas  décadas del siglo XX, da cuenta  de ciertas modificaciones estéticas presentes en la narrativa de la segunda mitad del siglo XX, así como de las modificaciones en la concepción de la Historia  y de la historiografía. En tal sentido, Mientras llega el día se acerca de modo más exhaustivo al ámbito sociocultural de los diversos sectores o grupos que  conforman la sociedad quiteña de fines del siglo XVIII, toma en cuenta las voces y miradas de los grupos subalternos, los acontecimientos de la cotidianidad, la posible comprensión histórica de individuos anónimos, las debilidades y derrotas de las figuras  prominentes, entre otros aspectos.

En el Ecuador y en América Latina, la novela histórica contemporánea llena ciertos vacíos historiográficos por su papel crítico y transgresor, su intencionado cuestionamiento del poder. Mientras llega el día enaltece las primeras gestas libertarias en el territorio que hoy corresponde al Ecuador, pero, en lugar de centrar la problemática alrededor de los próceres criollos, propone que la verdadera alternativa de liberación no podía provenir de otro sector social que el de los mestizos, verdaderos exponentes del “ser nacional”, desde el punto de vista de Valdano, y por eso la figura de Espejo es emblemática en la novela.

Cabe comparar el cuestionamiento del poder presente en Mientras llega el día con la ironía y la crítica evidentes de Anillos de serpiente (1998), otra novela de Valdano que, si bien no resiste la denominación de “histórica” en estricto sentido, sí revela una preocupación por lo histórico. Está ambientada en el año de 1961. Reinan la agitación social y los discursos demagógicos del líder populista conocido como el Loco o el Profeta. El detective Heráclito Cardona, personaje principal, arriesga su vida para encontrar los responsables del supuesto asesinato de un diputado velasquista. El interés por lo policial y la denuncia política se impone sobre lo histórico, pues a pesar de que se desmonta la lógica del poder y se critican los vicios del velasquismo que han permanecido enquistados en la práctica política del Ecuador hasta el presente, predomina la labor detectivesca. Sin embargo, esta novela de Juan Valdano es un claro ejemplo de pertenencia a distintos subgéneros: el policial, el político, el histórico, el de intriga. 

En América Latina, el acercamiento de escritores y lectores al pasado está signado también por una necesidad de volver a los orígenes, de acudir a las fuentes para entenderse y entender la constitución de las identidades nacionles y en la identidad americana en general.
La Historia oficial había mantenido, y en alguna medida aún mantiene, la preocupación por canonizar y establecer una genealogía de próceres inmaculados, presentando versiones reductoras y maniqueas del pasado; se trataba de una Historia más preocupada por por consagrar que por conocer.

En las últimas décadas, la escritura de la Historia, sea en la novela o en un ensayo historiográfico, aparte de criticar o cuestionar, intenta comprender los procesos o las actuaciones de figuras representativas que contribuyeron a formar las sociedades  actuales. En Mientras llega el día se advierte el interés del autor por adentrarse en la problemática de la identidad, porque la representación y la invención de lo que ocurrió en épocas pasadas supone una aproximación a los rasgos que nos han caracterizado y nos han dado cierta identidad colectiva. Se percibe una preocupación por cuestionar, de alguna forma, el discurso historiográfico oficial y para ello ha optado por un narrador testimonial que cuente la Historia de manera crítica. Pedro Matías Ampudia es el vivo ejemplo del drama social de los mestizos perseguidos y silenciados por las poderosas instituciones coloniales. Juan Valdano retoma la idea de Icaza en El chulla Romero y Flores: el mestizo necesita reconciliar las voces ancestrales que  pugnan en su interior; la identidad de los ecuatorianos es necesariamente plural y debe asumir la diversidad étnico-social que caracteriza  a este país. La otra novela de Valdano, Anillos de serpiente, aunque no corresponda propiamente al género de la novela histórica, plantea el problema de la identidad a partir  de la ética social y pone al descubierto el engaño y la corrupción de las altas esferas gubernamentales y de las elites políticas.

La ficcionalización de la Historia permite a los escritores apropiarse de esa porción de la realidad que es el pasado nacional y regional. Por lo tanto el discurso de la novela histórica contemporánea se inserta en el mismo espacio en el que circulan otros discursos sociales y junto con ellos participa activamente en la construcción de la memoria histórica colectiva. Si la novela histórica del siglo XIX y principios del XX participó activamente en la configuración de la identidad de las nuevas  naciones americanas, desde una perspectiva acorde a la ideología política liberal y una visión positivista de la Historia, la reescritura de la Historia en la novelística contemporánea propone  construcciones de las historias nacionales contrarias al discurso monológico de la Historia tradicional.
Lo anterior supone que los discursos histórico y ficcional contemporáneos enfrentan el concepto de “nación” de manera distinta. La nación deja de ser una comunidad idealmente homogénea, con unidad lingüística, étnica, religiosa, etc. Lo nacional, desde una perspectiva dialógica, pasa a ser un concepto más abierto, que expresa la heterogeneidad cultural y social de una comunidad y que, por otro lado, no puede ignorar y acallar la divesidad de identidades que pueden formar parte de ella. En la novela de Juan Valdano se advierte el interés del escritor por luchar contra la desmemoria y la incapacidad para asumir la identidad social que nos corresponde.

El discurso en Mientras llega el día parecería buscar una revisión crítica de un “mito nacional” y consolidar la identidad nacional interpretando la Historia. Subyace una pregunta sobre por qué somos como somos y se atribuye el origen de la fragmentación y desarticulación actuales a falta de asunción de una identidad mestiza, y a la corrupción que envuelve tanto a los representantes de las cúpulas poderosas como a los representantes de los sectores subalternos.

Este nuevo enfoque refleja, en cierto modo, según lo sostiene Carlos Pacheco, una “estética metonímica”, pues lo visto “desde abajo” o a partir de la “intrahistoria” descubre otras percepciones y construcciones de la Historia  en las que no hay afán totalizador, sino precisamente un propósito concreto, limitado, particular, propio de una conciencia histórica ligada más bien a la cotidianidad.

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(1)        White Hayden, Metahystory; The Histical Imagination in Nineteenth-century Europe. Baltimore: Johns Hopkins University Press. 1973.

(2)        Franco, Jean, Historia de la literatura hispanoamericana. Barcelona, Ariel, 1987. P 103.

(3)        Valdano, Juan, Mientrs llega el día. Quito, editorial Grijalbo, 1990, p. 13.

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·         Framento del ensayo publicado en LETRAS DEL ECUADOR, No. 187 Casa de la Cltura Ecuatoriana, Quito, marzo, 2005. 

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